El Museo Lope Tablada de Diego se inauguró en octubre de 2017. Situado en el rehabilitado edificio del antiguo registro municipal, en él se puede visitar la exposición permanente de las obras de Lope Tablada de Diego y admirar cerca de 30 obras del pintor. De este modo, a la calle y al mirador que llevan su nombre en la Villa ahora habremos de unir este singular Museo.

         Lope Tablada de Diego nació en Segovia en 1903. Desde niño viaja a Sepúlveda a pasar los veranos, ya que su madre, Magdalena de Diego, era natural de la Villa. Iniciado en las técnicas del arte de la pintura por su progenitor, Lope Tablada Maeso, ingresaba en el año 1913 en la Escuela de Artes y Oficios de Segovia, donde permanecerá hasta 1918, año en el que comienza sus estudios en la Real Academia de San Fernando de Madrid. A finales de los 50, por circunstancias de la vida, se traslada a vivir a Sepúlveda, a una casa en el barrio de Trascastillo. Su estancia continua en la localidad durante 10 años le permitió pintar cada rincón de Sepúlveda, creando un importante inventario de arte e historia

       Hoy, parte de su legado permanecerá en este Museo sumando a sus exposiciones itinerantes y temporales, ésta permanente, ya que muchas de sus obras se encuentran por toda Europa y en el continente americano, lo que demuestra su prestigio no sólo local y nacional, sino también internacional.

 

Resumen de su obra: 

La Pintura de Paisaje

 

         Los primeros paisajes que conocemos del artista, aunque bien ejecutados, nada nos dicen sobre lo que después será el estilo definitivo del maestro. Poco a poco fue abandonando lo que de otros tenía para ir fraguando su propia personalidad pictórica, liberándola de todo lastre que no fuera su propia inspiración.

         A través de dos obras del mismo título: Panorámica de Sepúlveda, una de 1942 y otra de 1947, cuyo tema y composición son idénticos, podemos observar cómo se van fijando las características esenciales de su pintura. Pinta desde elevados observatorios la luz del atardecer y alza la línea del horizonte sobre sus lienzos, con el fin de tener espacio para los primeros planos y abarcar amplias panorámicas. En la parte superior representa un cielo abigarrado de nubes en el que se mezclan del rosa al malva, pasando por toda la gama de colores intermedios, de tal modo que en la lejanía se funde el cielo con la tierra sobre la línea del horizonte. Pero a estos cuadros les falta el sello del maestro: esa luz dorada que aporta a las vetustas piedras de los templos románicos ese característico color de oro viejo. A partir de este momento, la luz y el colorido de sus paisajes gozan de un tono tan personal y tan exclusivo que nos ayudan a identificar sus obras sin vacilación.

         Suele elegir paisajes naturales como el valle de un río encajado entre profundos tajos, en cuyo fondo nacen choperas cuyas copas, a su vez, tapizan de verde la agreste y agostada campiña castellana. El brillo de las aguas al circular por las chorreras y el choque con las piedras del lecho del río casi nos permiten oír el murmullo cantarino que se produce con el paso de la corriente, tal y como ocurre en Los Parrales de Sepúlveda.

 

LaPintura de Género

         Obras en las que el tema principal son los trabajos del campo y las costumbres de nuestra tierra, lo que no es óbice para que el resto del lienzo se rellene con un paisaje.

         La fiesta en los pueblos se celebra con romerías en las que los mozos se dirigen bailando hacia la ermita del lugar, pero especialmente con los espectáculos taurinos. Representa Tablada las plazas de los pueblos segovianos transformadas en coso taurino al rodear su perímetro con carros y tablados, abarrotadas de público contemplando la corrida, presidida la escena por la torre de la iglesia y en el centro de la arena, el “matador” toreando y haciendo filigranas en un instante determinado de la faena.

         Su propósito es intentar llevar al público escenas de faenas detenidas en el tiempo y poder plasmar en el lienzo momentos, situaciones y ambientes que muestren la grandeza de la fiesta.

         En la pintura de costumbres, nos muestra la indumentaria de las personas que participan de la danza. Tras la muerte de su hija Carmencita, algo sucedió en la mente del artista que de algún modo influenció en su paleta. Durante algún tiempo, el tema recurrente de sus obras fue la representación de romerías y desfiles procesionales llenos de espiritualidad. Quizás, de este modo, se quería acercar al Creador desde el convencimiento de que ese era el fin y el destino del alma de su hija. Esas procesiones se convertían en una metáfora de la migración de las almas para encontrarse con el Altísimo.

         Siempre fue partidario de incluir figuras humanas en sus paisajes, como alegorías que, sin intentar representar a ninguna persona determinada, adquirían la consideración de verdaderos retratos. En muchos de sus retratos, el fondo lo constituye un paisaje.

         Su primera época como pintor fue bastante prolífica como retratista. Retratos de su producción temprana son muestras de extraordinario colorido y de un estilo modernista y alegre, casi de un plenairismo sorollesco; sin embargo, la mayor parte de su producción son retratos de una factura más sobria a las que suele destacar sobre un fondo neutro, aunque tampoco faltan las que lo hace incluyendo un pasaje de fondo.

         Cuando los personajes son miembros de su familia o allegados, los representa con un extraordinario realismo y, quizás, por el hecho de conocerlos íntimamente, en sus semblantes nos muestra ciertos rasgos psicológicos del representado que nos hablan de su personalidad. No es raro, que en los retratos de niños de su familia, incluya una anécdota de cierto candor, como puede ser incluir una mascota que nos haga pensar en una reciprocidad de sentimientos amorosos entre el niño y su “amigo” tras el cruce de sus miradas respectivas.

 

Los Bodegones

         El bodegón de Lope Tablada presenta un buen cuidado de calidades y brillos (metal, loza, cristal y fresca pulpa de fruta; perdices, conejos y almireces), trasmisores de diáfanas sensaciones. Son sobresalientes en su obra, composiciones en las que destacan sobre un fondo neutro vasos de agua, frutas y un recipiente de metal, que en nada tienen que envidiar a los bodegones pintados por los mejores maestros del siglo XVII español. Ejemplo de esto que acabamos de decir es el conocido como Bodegón de truchas (1959).

         Temas de sus bodegones son los cangrejos y peces, palpitantes; su pato silvestre y azulón, con la ingravidez de sus plumas; una liebre a la que se pueden contar los pelos de su piel; unas cerezas que dan la sensación de haber sido recién recolectadas del árbol, con su pulpa fresca y su color brillante; la sandía abierta, mostrando el contraste entre el verde de la piel y el rojo de su carne; los reflejos inusitados del agua y el cristal del vaso o de la jarra, provocando una trasparencia ilusoria; y los brillos de los metales, a los que consigue dar una solidez casi corpórea, en contraste con el fondo oscuro sobre el que son representados.

Francisco Javier Mosácula María

Familiar de Lope Tablada de Diego

 

HORARIO: Consultar en la Oficina de Turismo

 

ENTRADA GENERAL: 2 €

ENTRADA CONJUNTA CON EL MUSEO DE LOS FUEROS O CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA ANTIGUA CÁRCEL GENERAL: 4 €
ENTRADA CONJUNTA CON EL MUSEO DE LOS FUEROS O CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA ANTIGUA CÁRCEL REDUCIDA: 3 €

ENTRADA CONJUNTA CON EL MUSEO DE LOS FUEROS Y EL CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA ANTIGUA CÁRCEL GENERAL: 5 €

ENTRADA CONJUNTA CON EL MUSEO DE LOS FUEROS Y EL CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA ANTIGUA CÁRCEL REDUCIDA: 4 €

* Reducida: Grupos de más de 15 personas, niños menores de 12 años y personas mayores de 65 años.

 

 
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